El Gonzalo Cáceres, por Iván Olguín

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Qué raro, parece que ya pasé por aquí. No importa, que no panda el cúnico, en este siglo veintiuno nadie se pierde, ¡perderse esta “out”! Diría Gonzalo Cáceres. Yo nací el siglo veinte, eso sí, donde te enseñaban a tenerle miedo y a reírte de tipos como él, de “los maricuecas”, como decía mi abuelo ¡la cuestión es reírse! A mí no se me olvidan esas tonterías que me enseñó, y eso que no me acuerdo ni de la cara del caballero, aunque con justa razón.

En fin… ¿Por qué me mira tanto ese gordo? Podría pedirle ayuda con la dirección. O Mejor no, la gente es muy desconfiada, además que para eso existen los teléfonos con GPS. Según esto, estoy cerca. Okey, ¿Cuántas plazas hay aquí? Me dijeron que busque la casa amarilla frente a la plaza “Las Ursulinas”, pero ¿dónde cresta veo el nombre de las plazas? Debería estar a la vista. En Coyhaique hay más de quinientos puentes, cada uno con su nombre a la vista, con un letrerito bien bonito, ¡como corresponde! ¡querer es poder señor alcalde! Con las plazas debe ser más fácil que con los puentes. De pasadita que alguien le pegue una manguereada a ese monumento, que ya no da más de caca de paloma.

En el matrimonio de Gonzalo Cáceres lanzaron palomas a volar, ¿o fue en otro?, da lo mismo. Lo transmitieron en la tele, cuando se casó con su amiga, la Sarita Vasquez, “Gonzalo ahora es un hombre hecho y derecho”, dijeron en el diario. Hecho y derecho… ¿qué es eso? ¿quién otorga ese título? ese tipo que está soldando la reja sin guantes debe ser uno… un hombre hecho y derecho. Cuando salí del colegio me dijeron que lo era. Cuando empecé a trabajar me lo dijeron de nuevo. A algunos sólo se lo dicen recién al morir, como a mi abuelo, y eso no es buena señal.

Y ahora ¿dónde estoy? Estas casas son todas iguales, todas hechas con “recipol”, como dice la canción. ¿Qué diablos será el “recipol”? Debí pedir ayuda antes, ahora mi celular no funciona. Adiós GPS. Parezco tonto dando vueltas por aquí. ¿y usted qué me mira tanto, señora? ¿acaso nunca se ha perdido? Esto me pasa por dejar que me usen como el tontito de los mandados, como si no tuviese nada más que hacer, soy de los que no sabe decir que no. Pero bueno, el sacrificio de uno por el bien de todos. Allí está otra vez ese tipo, el gordo, ¿me estará siguiendo? Más le vale que no, no me va a alcanzar. Me dicen Don Veloz.

Debería estar aquí a la vuelta. No veo nada. ¿Me habré equivocado de calle? A estas alturas yo creo que me equivoqué hasta de comuna. ¡Por la cresta! lo peor es que ya ni me acuerdo por donde llegué, me voy a quedar atrapado en este barrio pituco. Tan verdecito que tienen el pasto, nada que ver con Estación Central, que es un polverío. ¿Cómo puede haber tanta diferencia de una comuna a la otra? Mi jefe dice que es culpa del clima. Tan tontito mi jefe. Pasa lo mismo con Valparaíso y Viña, una ciudad para vivir y otra para ensuciar, una para el Festival y la otra para el desfile militar. Gonzalo Cáceres fue militar. Lo contó en una entrevista, muy orgulloso.

Le voy a preguntar a este tipo de la peluquería dónde queda la plaza “Las Ursulinas”, antes de que me caiga encima Seguridad Ciudadana. ¿De qué quiosco me está hablando?, yo no he visto ningún quiosco. Qué bueno que todavía quede gente amable, dispuesta a ayudar. Entonces… derecho por la vereda de enfrente, hasta llegar al quiosco verde. No lo puedo creer ¡de nuevo el gordo! ¡se me aparece en todas partes! Ok, no seas paranoico, sigue caminando, ¡sigue caminando! Parece que ahora sí que lo perdí de vista.

A ver, a ver, debe ser por aquí. Esta calle está llena de peluquerías, aunque aquí no se llaman así, aquí se llaman “salones de belleza”, y no los atienden peluqueros, los atienden “esteticians” como Gonzalo Cáceres. Dicen que maquilló al mismísimo Pinochet, hasta les inventaron un romance, pero no creo, me imagino al difunto diciendo “yo con los fletos ningún problema, pero de lejitos”. Al matrimonio fue gente de la farándula y de la política, eso es cierto, aunque si se hubiese casado con un hombre, no iba ni su mamá. Bueno, tal vez su mamá sí, pero Pinocho… por ningún motivo. También invitaron a Juan Gabriel a la fiesta, pero no llegó. Un amigo de verdad va a tu matrimonio sí o sí. Mis amigos hablan sólo de las cosas bonitas de los noventa, pero para algunos fue una época bien fea, mucha discriminación, y no fue hace tanto. Discriminar es agotador, requiere energía. La gente está esperando una razón para no tener que hacerlo, Gonzalo Cáceres vio eso, la supo hacer “No mijita, yo no soy homosexual, yo soy asexuado, la otra semana me caso”.

No señora, no me mire así, no soy un ladrón, sólo estoy buscando una dirección. ¿Cuántas cuadras me dijo? Ya llevo como cuatro y no veo ningún quiosco. Y allí está de nuevo ese gordo de porquería. Ahora sí estoy asustado. ¡no puede ser coincidencia! ¿me querrá asaltar? No tiene pinta de vivir por aquí, voy a guardar el celular. “Hay que ser tonto hasta las doce no más”, dice el refrán. Tal vez ni me está siguiendo, en una de esas él también anda perdido. ¡que inconsecuente soy!, me enojo con los que discriminan, pero yo hago lo mismo. “Todos tenemos nuestras contradicciones, pero hay que tratar de no hacerlas públicas”, me dijo una vez mi hermano. Algo así como “Abraza tu inconsecuencia, pero no la abraces tanto”.

¡Llegué!, plaza Las Ursulinas, y esa debe ser la casa. Que me entregue rapidito el encargo, me quiero ir. Bonita la casa. Por dentro debe ser mejor, estoy seguro. ¿Estará malo el timbre? ¡Ya pues! ¿Hasta qué hora voy a esperar? ¡Me pegué el pique desde el centro! yo de aquí no me voy sin mi encargo. ¡Éntrese usted vieja chismosa! hace rato que terminó de regar. ¿Y este quién es? ¡El gordo de nuevo! ¿Mi cédula? Se le dice carnet, guatón siútico. ¡Yo sabía que me estaba siguiendo! Hoy no es mi día, definitivamente. Leí que cuando te hacen control de identidad tienes qué preguntar cuál de los dos controles te están haciendo, pero de qué me sirve, si no me sé la diferencia.

¡Claro! Ahora salen todos a mirar ¡eso es puro morbo! Al chileno le gusta el morbo, por eso le va tan bien a “Morande con Compañía”. Se pueden reír de los pobres, de los enanos, de los gordos, de las mujeres y sobre todo de los homosexuales. Gonzalo Cáceres aparece de vez en cuando. Lo único que hace es lanzar comentarios calenturientos a los otros hombres del elenco, ese es su rol. Pésimo. Un programa ideado por gente como mi abuelo. Pero al final ¿quién soy yo para juzgar? La verdad es que no tengo por qué exigirle nada a nadie. Aprender eso me costó un amigo. Al final el Gonzalo Cáceres es un sobreviviente, nadie le pide el carnet. Probablemente nunca ha ido detenido.

Dicen que los tengo que acompañar a la comisaría. Hace un rato pensaba que irme de aquí con las manos vacías sería terrible. Ahora no solo están vacías, sino que además estoy esposado. Según ellos me resistí, pero yo jamás haría algo así, yo soy más de peleas internas. Agradezco que los vecinos no me estén grabando. Hay programas peores que el de Morandé, esos donde nadie se ríe. Para los tiempos que corren, esto es poco. Yo no tengo la fuerza del Gonzalo Cáceres.

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Gabriel Rojas Iglesias

Entretenido

Carmen sarue

Me gusto tu cuento..esta bien escrito y sincero…sensible..

Rosa Candia Candia

Bien escrito. Historia conocida¡¡

Daiana

O wow, qué edad tienes??
El relatito, me gusta eso de que es más bien de peleas internas. Jajaja. Te vieron la cara po amigo! Espontáneo así describiría el texto

Max

Bien narrado , pero se queda demasiado en la anecdota . Me aburrió un poco.

Yocelyn

Entretenido y fácil de comprender

Carlos

Buena forma de abordar la discriminación del entorno y la propia, que a mí juicio es la peor.
Lugares comunes, demasiado «comunes» . Se hubiese valorado más novedad en el diálogo.
Me gustó la comparación de viña del mar y Valparaíso, entre otros pasajes.
Bien aplicada la técnica del monólogo.
Felicitaciones.

Cristina Pradenas Hernández

Buen relato con un análisis certero sobre lo malo y lo feo en las conductas de los chilenos, que se repite en las diferentes capas sociales. Cuando conocemos otros países, otras sociedades, nos damos cuenta de la decadencia de valores en Chile, donde la falta de respeto no tiene límites. Ojalá el autor profundice en esta temática.

Norma

Hola, si entretenido y muy cierto, si cambias de comuna. Me apeno un poquito

Cristina

Me entretuve con el cuento, esperaba otro final, pero también comprendo el enfoque de tu mirada de la sociedad.

Margarita

De verdad muy interesante pensé que no sería serio
Entretenido el cuento
El que tengo en mente no se como empezar, es más historia de mi vida….

Cata

Bien, pero la ideología me sale hasta las orejas en este país, “el retrato del chileno”, “la crítica a la clase alta”, demasiado recurrente, es como un trauma. No te lo digo a ti en particular, es generalizado.

Nibia Quezada

Entretenido, fluye liviano. Con vocabulario sencillo, trata temas serios.
Me gustó. Felicidades!

Karla

Me encanto el relato, muy real y con temas de contigencia que por mucho tiempo no se han expresado

Miriam

Hola, me pareció entretenida y un poco desconcertante tu forma de escribir, es un claro reflejo de nuestro Chile, me gustó mucho y concuerdo con otra persona que opinó que debieras seguir profundizando en ésto, igual no me esperé el final pero entendible totalmente. Felicitaciones!

La Gata

Me encantó, lo disfruté.
No siempre llego a leer los relatos completos. A ti si te leí hasta el final. Gracias.

Carolina

Me atrapaste.

Pamela Vega

Iba leyendo súper inspirada y de repente la historia se acabó. Lo siento, pero no le encontré sentido :(.

Cecilia Cornejo

Si, me gustó el relato, sobretodo describió muy bien al chileno, porqué seremos así ah? Chaqueteros.
Ojalá que le valla bien.

Constanza

Gracias por retratar a ese Chile de los 90. Me encantó el cuento. Felicitaciones

Guadalupe Corrales Cosmelli

Me dejó triste tu cuento. Lamentablemente es totalmente cierto todo lo que dices, todos tenemos miedo si vemos a alguien buscando mucho (huele a delincuente)
En fin espero que el pobre protagonista haya podido aclarar todo.

Mildred

Me encantó el relato. Sigue trabajando así

María Angélica San Martín Espinoza

No le habría puesto el nombre de Gonzalo Cáceres.
Ni ningún nombre propio, sino un título seco, Discriminación.
Me entretuve, pero lo encontré simple.

Verónica Castillo

Muy bueno! Felicitaciones a su autor

Romi toro

Me sorprendió ,dice la diferencia q existe de verdad ,los delalles pero un poco dando vueltas en lo mismo ..Faltó algo…

Juan Muñoz

Qué buen relato!! Pensé que el gordo sería Gonzalo jajajajaja. Muy entretenido. Te felicito.

Eldwin

Muy bueno así pasa muchas veces en barrios ajeno s y los que se creen dueño de el

Laura Klappenbach

El relato ,es entretenido y cumple con las condiciones de un buen texto.Aunque no comparto el punto de vista.

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