Soy un cobarde. El revólver se me escurre entre los dedos como un pez. Solo tengo que abrir la puerta, apuntar y apretar el gatillo. Nada más, ni nada menos, pero tengo miedo… ¡Cobarde! Debería tatuármelo en la piel, gritarlo, dejar que me señalen. ¡Debería patear esta maldita puerta! Abrirla de par en par y terminar con todo o no me quedará más remedio que seguir huyendo, otra vez. Como siempre: una y otra vez.
¡Cuánto pesa un revólver!
Si pudiera oír lo que ocurre adentro en el comedor quizás tendría alguna alternativa, pero no oigo nada y no sé de Florian y estoy tan seguro de que Arturo lo matará. Lo vi en sus ojos pequeños y oscuros como nido de ratas. Que la casa no se vendía, carajo, le gritó a su hermano. Que se sacara esa idea de la cabeza o le prometía, le juraba que lo iba a estrangular. Así le dijo.
−Te voy a romper el cuello −y le arrojó furibundo una taza de café que terminó estrellándose contra el muro.
¿La taza estaba vacía? No lo recuerdo, solo recuerdo las moscas que revoloteaban sobre la mesa del desayuno, a Florian esquivando el impacto y poniéndose de pie, desafiante y suicida.
−Mátame ahora −le gritó.
Que lo hiciera de una vez porque estaba decidido a venderlo todo, a deshacerse de esas tierras que solo atraían polvo y a las malditas moscas que se le estaban metiendo en la cabeza.
−¡Hazlo, Arturo! −vociferó enajenado y yo corrí.
Salí del comedor, cerré la puerta y corrí. Me escabullí como un perro asustado, como el cobarde que soy.
¿Cómo dispara un cobarde? ¡Vamos! Falta muy poco. Ya me atreví a coger la pistola de mi primo Arturo, a entrar en su habitación oscura, impregnada a sudor seco, a hombre solo. Tomé el arma de su velador. Ahora solo debo abrir la puerta y apuntar. ¿Cómo dispara un cobarde? De la misma forma en que he visto hacerlo a Arturo miles de veces, tal cual lo hace un imbécil, así mismo, como una bestia.
Hace calor aquí dentro. Quisiera abrir las ventanas para que salga este aroma nauseabundo a pan tostado. Afuera también hace calor. La tierra comienza a hervir temprano en la mañana. Pero debo usar el arma pronto porque cuando Arturo termine con Florian, vendrá por mí. Lo sé. Nunca me ha querido aquí en su casa.
Cuando llegué pidiendo refugio, hace seis meses, no me saludó. Solo me preguntó sorprendido:
−¿Qué haces aquí?
Yo no supe cómo reaccionar ante su frialdad. Solo atiné a quedarme inmóvil, bajo el dintel de la puerta, con mi cara de tonto y con lo poco que me quedaba colgando al hombro en mi mochila. Hubiera querido explicarle que lo había perdido todo, que había tomado malas decisiones, que me buscaban, que temía por mi vida, que necesitaba esconderme, que tenía miedo. Pero no lo hice.
¡Florian es tan distinto! Pero me lo advirtió de inmediato, antes de que pudiera contarle la pesadilla que me obligaba a llegar así, sin previo aviso a pedir refugio en su casa, la casa de mis primos. Que tuviera cuidado con Arturo, que me vendría bien ser precavido, me dijo, que desde la muerte de sus padres se había vuelto opaco, violento.
−Será mejor que lo ignores −me dijo.
Sí, eso dijo, pero quién podría ignorar esa presencia agreste, sobre todo cuando se pasea alrededor de la casa y las chacras secas, vigilante, montado en su caballo y con la pistola al cinto.
Debo concentrarme. Demostrar que valgo, demostrármelo a mí y demostrárselo a ellos, pero sobre todo a mí que he sido un cobarde por tanto tiempo. Sostener esta pistola y decidirme de una vez porque no tengo nada que perder. Soy como Arturo, un hombre solo impregnado a sudor.
¡Florian es tan distinto!
Es joven y lo entiendo, claro que entiendo que quiera deshacerse de este escondite en la serranía, olvidarse del calor y de las moscas. Dejarlo todo atrás, empezar de nuevo y conseguir esas cosas que a su hermano y a mí nos están prohibidas. Quizás también tenga yo una mirada de alcantarilla, el mismo fulgor mortecino en las pupilas. No lo sé. Cómo podría saberlo si hace tanto que no me miro al espejo. Sólo sé que tengo una puerta que abrir y una carnicería que me espera en la mesa del comedor. No puedo seguir huyendo… ¡diablos! ¡No tengo a dónde ir! Así que empuño el arma con firmeza y quito el seguro.
Abro la puerta.
Ahí, en la mesa del comedor, Arturo forcejea y resopla a horcajadas sobre su hermano. Retuerce el cuello de Florian y yo, que he tenido tantas ganas de gritar, no digo nada. Arturo tampoco dice nada, solo me mira furioso con el cuello de su hermano entre los dedos, sorprendido por la amenaza de su propia pistola. Yo lo apunto directo entre sus ojos perdidos como los míos. Arturo sabe que no tengo nada, solo los restos de una pesadilla en la mochila y lo advierto dudar. Se ha dado cuenta de que voy en serio. Afloja la presión y Florian respira, tose, escupe y respira otra vez, por fin, acezante. Logro escuchar su voz cansada que me pide ayuda, que me ruega que dispare. ¡Que lo haga de una vez! Y Arturo no me quita sus ojos altaneros de encima, ni tampoco se quita de encima de su hermano, ni suelta completamente su cuello. Solo ha aflojado y me examina entre la nube de moscas. “¡Yo también podría ser altanero como tú!”, quisiera decirle, “y pasearme sobre tu caballo por la tierra seca”. Pero no se lo digo.
−Dispara −vuelve a suplicar Florian.
Arturo, como despertando de un hechizo, hace ademán de levantar sus manos.
−¡No te detengas! −le ordeno−. ¡Termina lo que has comenzado!
Arturo, confundido al escucharme, vuelve a presionar el cuello de su hermano y logro percibir su miedo. El gesto del temor lo conozco de sobra. Cómo arde una pistola apuntando a tu cabeza.
Espero.
¿Cuánto demora un hombre en morir?
A través del visillo de la ventana puedo divisar la caballeriza abrasada por el sol. La caballeriza de un solo caballo que nunca he montado. A Arturo no le gusta que se metan con sus cosas, pero es un buen caballo. ¿Responderá a mis órdenes? ¿Será obediente conmigo también?
Silencio. Solo escucho el jadeo asustado de un hombre sobre el cuerpo inerte de otro. El zumbido permanente e insidioso de las moscas.
−¿Ya dejó de respirar?
−Sí −me responde Arturo y yo disparo.
Justo en medio de sus ojos.
Muy bueno, fuerte, grafica muy bien hasta dónde puede llegar el ser humano en su cequera, en su mediocridad. Me deja una sensación de miedo… todos somos buenos hasta que nos vemos enfrentados a una situación que se sale del control. No me ha pasado pero recuerdo cuando leí Crimen y Castigo. también se ven las bajas pasiones en las obras de Cronin, El jardinero español y mis tres amores…, queda clarito. .
Muchas gracias por tu comentario, Magaly. Me haces un gran favor que no merezco trayendo a colación Crimen y castigo, del gran Dostoievsky. Efectivamente traté de reflejar esas pasiones más bajas que surgen al momento en que una familia discute por una propiedad. Un abrazo.
JC, creo que este relato ya lo habías compartido antes o yo había tenido la oportunidad de leerlo y debo decir que es maravilloso, creo que una de las mejores cosas que te he leído. Todas las técnicas que comentas se perciben sin dificultad y la atmósfera, personajes y tensión son geniales, felicitaciones!!
Gracias, Ronnie. Sí, efectivamente esta es una segunda versión. A mí también me gusta mucho este cuento. Lo pasé muy bien escribiéndolo. Muchísimas gracias por tu comentario.
Bueno, te mantiene alerta y atento. Es inquietante describe con exactitud la situación.
Queda un dejo de amargura hasta donde llega la maldad de un ser humano.
Muchas gracias por tu comentario, Ema. Efectivamente el relato es un retrato de esas pasiones más bajas. Una especie de relato negro.
Una de las tantas versiones qué pueden ocurrir y ocurren en el mundo real, muy bien narrado. Aunque el final no sorprende, el chico tiene un pasado qué desconocemos, pero obviamente violento.
Gracias por compartirlo.
Excelente relato bien manejada la intensidad de lo oscuro del pensamiento de un hombre atormentado que tiene que tomar una desición. Mantiene la expectativa del final que aunque se espera, el último giro es detonante. Gracias por compartirlo.
Jotace,
Excelente, cuento. Disfrute con cada párrafo igualmente, el del Condenada que le habla a Cristo.
Pucha que estás escribiendo bien. Muy creativo.
Buen cuento, la tensión es constante y el final es totalmente inesperado.
Nadie sabe lo que habita en el corazón del hombre, en especial en el corazón del hombre cobarde.
JC: Lo encontré interesante, mantiene constantemente al lector instrigado qué pasará, será capaz de disparar?, se mantiene la atención y suspenso, uno está inmerso en la historia y quiere llegar al final para saber qué pasa. Gracias por compartir tus escritos.
Bueno el cuento. Me gusta que el protagonista desespere y vaya dejando su cobardía. Intenso relato que trae preguntas que nos hacemos todos en algún momento. Me gustó.Gracias Jotacé
Me parece muy bien lograda la atmósfera; es un relato muy visual, como si estuviera viendo un western oscuro. También admirable el manejo de los tiempos, tal vez eso lo que le da esa cualidad cinematográfica.
¡Excelente! Me encantó el final.
Buen relato de desenlace inesperado
Lo primero que pensé ¡ que cobarde! Pero me doy cuenta de tu tremenda destreza, habilidad o como quiera decise para describir em momento tan real de las emociones del ser humano cuando vive las mas bajas pasiones, el egoismo, el ego y la decisión a su propio beneficio. Excelente, magnifico en mi humilde opinión.
Me parece un cuento narrado con gran maestría. La tensión va creciendo a medida que avanza el relato , el cobarde se retrae, espera. Muy buenas las descripciones de los ojos y otras. Sigo leyendo y me encuentro con un final, trágico pero acorde a todo lo expresado desde elcomienzo.
Felicitaciones JotaCe!!!
Me gustó el cuento.
Un monólogo angustiante… Una no sabe que esperar de una persona que se dice cobarde. Al final busca su conveniencia. Quién es el bueno y cuál el malo. ¡Fue brutal el cambio!
Que terrible hasta donde puede llevar la bajeza humana. Es un cuento negro, si, pero basado en la realidad negra. Al final, el allegado, se quedó con todo.
Si, me gustó, denota las bajas acciones a lo que lleva una sociedad mediocre e inculta.
Las diferentes técnicas de escritura también se funden apropiadamente en el relato. Te felicito JC.
COMO TODO BUEN CUENTO, UN FINAL INESPERADO, QUE YA SE VISLUMBRA CUANDO EL PERSONAJE PRINCIPAL, SE PREGUNTA SI EL CABALLO OBEDECERÁ A SUS ORDENES
Buenísimo, me mantuvo en tensión todo el rato. Creo advertir el tipo de relato. Asimismo, el final me es sorprendente, y deja ese sabor amargo de que incluso entre hermanos pueda haber disputas tan grandes por una herencia. Me gustó mucho Jotacé, y, además, no es demasiado largo. Para mí un cuento muy extenso, en algún momento pierde tensión, claro que no soy experta en literatura, mas no creo equivocarme, Gracias por el envío de tu cuento.