La partida, por Martín Celis

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-Me voy.- Le decía ella siempre llegando, pero él, una vez más, no la tomó en cuenta.

Sara, nuevamente traspasó el umbral, adentrándose en el departamento, y sin verlo, como todos los días, se despidió con falsa indiferencia, mientras se encerraba en el cuarto, a la espera de que todo sucediera, como la repetición de una cruenta película de terror.

Los gritos. Los golpes en la puerta que finalmente se abre obligada. José como un huracán destruyendo todo a su paso, incluyéndome, tan sólo para arrebatarme de las sienes su arma. El miedo que con el pasar de los años se ha transformado en desidia ante el dolor, y los lagrimales cada vez más secos… vacíos… a la espera… vivo siempre a la espera de que acabe el día.

Él bebía tranquilamente bocanadas de vino barato a raudales, así era su monótona y embriagada vida, pero hoy sería el último día. El único en que Sara hubiese querido oír el desagradable discurso de José, obligándola a quedarse a golpes, aunque ella, esta vez, había hablado en serio, más en serio que nunca, casi determinada al cien por ciento en dejarlo, sintiendo en su fuero interno el deseo de vivir, de quedarse, pero no así. No por la fuerza, ni con la violencia. Nunca más por temor. Sara soñó por última vez con las caricias que se compartieron, aquellas que hacía mucho habían emigrado quién sabe dónde.

-Me voy.- Le dijo ella al llegar, y él, ante la concluyente afirmación de abandono, mediante un “Pff” y movimientos de hombros desinteresados, sin verla le respondió. Sara prosiguió con un triste y quebrado “Adiós” en la garganta, que se le escapó entre los dientes como un fugitivo moribundo, a punto de exhalar su última palabra. Luego desapareció internándose en el cuarto totalmente a oscuras. Encendió la luz, aunque eso daba lo mismo. Con luz podía ver lo que siempre venía, aquello que sin esperar esperaba. Que alguien la salvara, o lo hiciera por ella. A veces prefería la sorpresa de la oscuridad, dejarse llevar, sin poner resistencia a los gritos y los golpes, y llorar molida hasta dormirse sobre la cama. Dolía igual pero el daño parecía ser levemente menor.

Todos los días, desde la llegada de Sara en adelante, la misma cantinela. Me voy. Pfff. Adiós. La respuesta de José y su detonación. Como si fuese un podrido y estudiado guión de tercera categoría.

-Siempre estás diciendo que te vas- Le reprochaba José, sin tomarla en cuenta, acordándose de Raphael, y entre risas y ebriedad, derramaba pedazos de la letra, palabras inconclusas que se iban tacleando unas a otras como rugbistas desenfrenados. Y tarareaba hasta que el buen ánimo de su borrachera se tornaba en una rabiosa pataleta de macho cabrío posesivo, mezclada con la desesperación de dejarla partir. ¡Siempre estás diciendo que te vas! Se levantaba con esfuerzo del roído y viejo sillón, bramaba como bestia una sarta de jeroglíficos guturales y su lengua se tropezaba entre palabras y exclamaciones, mientras estabilizaba su equilibrio, y como una estampida se dirigía hacia el cuarto, derribando todo a su paso. ¡Todo!

Sara, con ansias y temor lo esperó, como si fuera una crónica sangrienta de la cual no podía escapar. A diario era la partida por José, la reventada, la golpeada a más no poder y la rescatada. Quería huir de sus golpes, mas su heroísmo la ataba a él. Lo amaba. Lo amaba con locura. Lo amaba con temor. Lo amaba con dolor.

Se sentó a los pies de la cama, esperándolo, empuñando la Taurus de nueve milímetros que guardaba José bajo la almohada, y con lágrimas en los ojos, apretando fuertemente su quijada, mientras el frío del cañón rozaba sus sienes; inhaló y exhaló, rogando al cielo que este fuera el último día, ese que no llegaba. Relájate y sonríe, tal vez, hoy te deje ir para siempre. Quizás no te rescate. Tal vez te mate y ya no duela nada.

La espera se hizo larga y el silencio pesó como cuchillos de plomo sobre Sara. Dos minutos… cinco… diez… esperó hasta trece minutos que todo pasara una vez más, que él la salvara. Y a su vez, tenía la secreta esperanza de que sería su día, de que por fin, hoy podría descansar en paz.

Movía inquieta sus dedos, y sus manos le temblaban, mientras seguía apuntándose con el arma. No.  No era Parkinson. Sara gozaba de buena salud y un miedo a flor de piel que a diario la hacia sudar helado. Ya no quería esperar ni un minuto más. Con indecisión y lentitud, Sara se acercó hacia la puerta, esperando oír a José, y nada. Tomó el pomo de la puerta, comenzó a girarlo suavemente, casi en retroceso, pero finalmente pensó: lo que ha de pasar que pase ahora, y tras esas palabras, envalentonada o más bien entregada a su destino, rápidamente terminó de girar el pomo de la puerta para abrirla, y demostrarle lo que estaba a punto de suceder. Y nada. José hoy no la salvaría, pues yacía inmóvil, exactamente en el mismo sillón, desparramado en su borrachera.

-Me voy.- Le dijo ella llegando al living, con la Taurus en sus sienes. José abrió sus ojos desenfocados de tanto alcohol. Le sonrío amablemente y con un gesto se despidió cerrando sus parpados. Sara lo amaba. No podía dejarlo. Y sin pensarlo, le apuntó entre lágrimas y sonrisas. Disparó dos veces, y nunca se fue de su lado.

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Carmen sarue

Bien escrito…esa violencia que come..que enloquece..

Martín Celis Gómez

Muchas gracias Carmen.
Un abrazo.

Norma

Que penita, la situaciòn ,bien descrita

Martín Celis Gómez

Muchas gracias Norma.
Un abrazo.

Guadalupe Corrales Cosmelli

Me ha dejado dolida el alma, aunque no sería capaz de amar a alguien que me maltratara.

Martín Celis Gómez

Muchas gracias Guadalupe.
Lo más triste no es la historia en sí, sino que aún existe la violencia… ya sea hacia la mujer, los niños, también hacia los hombres, los animales… en fin… y pese a que la gran mayoría de la humanidad está en contra de cualquier tipo de violencia, continuamos practicándola.

Leticia C.

Que difícil situación y decisión

Martín Celis Gómez

Terrible. Debemos, todos hacer un esfuerzo por detener la violencia… toda la violencia que el ser humano tiene contra sí misma es una estupidez que debe ser erradicada… la pregunta es ¿Cómo?

María Angélica San Martín Espinoza

Sorpresivo final.
Es la mente de la mujer que , imagina los actos de José o es, parte de un hecho real ficcionado. No logró establecer la diferencia.

Martín Celis Gómez

Muchas gracias María Angelica. LA PARTIDA nace pensando la triste realidad que miles de mujeres viven a diario en el mundo entero, y a veces la imposibilidad de ver una mejor solución que la que presenta el texto, pero me encanta que hayas preguntado… tal vez para alguien sea eso… el imaginario de la mujer que le juega una mala pasada, ante un hombre que simplemente no la toma en cuenta, y que prefiere emborracharse… personalmente creo que LA PARTIDA corresponde no a uno, sino a millones de hechos reales, que en estas palabras fueron hechos ficción.
Un abrazo.

Cammila Gallardo

Woooooooow, tendré mucha imaginación?? 😅, En mi mente fue como si esa situación la estuviese viendo de cerca….me dejó muy impresionada y, si, me gustó mucho…… Felicidades Martín!!! 👏👏👏👏👏🎊🎊🎊🎊🎊🎊🎊SECOOO

Martín Celis Gómez

Muchas gracias Cammila…
Creo que todos tenemos mucha imaginación, a veces más de lo que sabemos. Sólo nos falta darle rienda suelta, y dejarnos llevar.
Un abrazo.

pedro gonzalez

buen relato, un tema que no disminuye, aumenta cada vez mas, el terror de la mujer golpeada desamparada y que suele terminar mal, felicitaciones por visualizar éste terrible drama

Martín Celis Gómez

Muchas gracias Pedro.
Ojala tuviéramos los seres humanos, la capacidad o la inteligencia emocional como para detener esta cruda realidad, y tantas otras que cometemos, y dejamos cometer.
Un abrazo.

Gloria Micol Herrera Flores

Interesante y crudo relato…
Me pareció algo confuso a ratos. Tuve que releer algunos párrafos. El relato esta escrito en 3ra persona, en su mayoría, pero en el 3er párrafo, habla en 1ra persona. Creo que le falta mejorar un poco la redacción.
Gracias al autor por compartir su obra.

Martín Celis Gómez

Hola Gloria.
Siempre son bienvenidas las criticas constructivas como las tuyas.
Se agradece enormemente tu lectura y tus consejos.
Un abrazo.

Max

Tiene ambiente y te sumerge en lo sicológico , es tórrido y denso . Pero es confuso y el cambio de narrador abrupto. De cualquier manera describe bien esas relaciones enfermas .

Martín Celis Gómez

Hola Max.
Se agradece tu lectura y tus comentarios.
Un abrazo.

María Eliana

No sé cómo definirlo. Me dejo con un dejo de rabia y pena

Martín Celis Gómez

María Elena.
Como ser humano: Tienes toda la razón en tus sentires. Así mismo es como me siento yo al saber que esto pasa todos los días y en todo el mundo.
Ahora como autor: Te agradezco que te tomes un tiempo para leerme y comentarme. Y si estas pocas palabras reunidas te han hecho sentir así, (insisto, sólo como autor) quedo contento.
Un abrazo.

Abelardo León

Es un muy buen cuento, su ritmo es ágil y tiene un descenlace lo suficientemente enérgico como para dejar al lector en alto. Felicitaciones, Martín. Lo principal y más difícil en un cuento es mantener la atención del lector y lo logras. Ahora, lo que hay que mejorar es el uso de recursos y figuras literarias que suenan repetidas (i.e. «cruenta película de terror»; «vino barato a raudales»; «secreta esperanza»; «guión de tercera categoría» -qué es eso dios mío-; «miedo a flor de piel», etc.). Atención, que este punto no es menor, ya que es el medio que te permitirá distinguir una historia mil veces contada -he leído por lo menos cuatro cuentos de hombres maltratadores en el pasado, y de mujeres que cobran revancha en este mismo sitio- de tu propia historia. Se trata ahora de que encuentres y madures tu voz. Nuevamente mis felicitaciones, vas por muy buen camino.

Martín Celis Gómez

Hola Abelardo.
Agradezco que te tomes el tiempo de leerme y de darme tus criticas constructivas y consejos. Siempre es bueno que a uno le indiquen los aciertos y desaciertos.
Un abrazo.

Isabel Gomez

Fuerte el relato Mati pero es un tema que aflije a la sociedad y hay que tratarlo. No me siento interpretada por esa dualidad de Sara y su lucha entre el amor y el miedo. Pienso que con miedo no puede haber amor

Martín Celis Gómez

Así es tía. El miedo sólo lleva al ser humano a olvidarse del amor, del amor al prójimo y el amor propio. Lamentablemente este un tema que pasa y que se está viendo mucho en estos tiempos. Y como dice usted. Hay que tratarlo.
Gracias por leer.
Besos.

Mildred

Felicitaciones. Un drama bien escrito. Mantiene la tensión de principio a fin. Y aunque no esté de acuerdo con la violencia en ninguna de sus formas, es una realidad y el relato la describe muy bien. Ahora, no sé si la solución sea matar o irse y comenzar de nuevo.

Martín Celis Gómez

Gracias Mildred. Yo creo que la única solución sería que NO EXISTA LA VIOLENCIA, ninguna, pero como vivimos en un mundo perfecto habitado por nosotros los imperfectos, podemos encontrarnos con un sin fin de soluciones que no necesariamente es la correcta.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.

Idania

Excelente, recorrí cada espacio de la habitación descrita. Que impotencia, finalmente se quedó con su verdugo.

Martín Celis Gómez

Gracias Idania por leer.
Lamentablemente todavía existen casos donde la persona, victima de violencia, decide quedarse con la persona victimaria, sea por un amor obsesivo, por un completo desamor hacia su propia persona, por miedo… en fin pueden haber muchas razones para quedarse con la persona agresora, pero siempre habrá más razones para alejarse de aquellas personas que usan cualquier tipo de violencia.

jose perez

Uf… El relato es real… No se puede imaginar… Lo descrito en el texto es tan delicado que, pienso, no es imaginable, estos tipos literarios debieran llamarse testimonio…

Martín Celis Gómez

Hola José. El tema es tristemente real. Hoy lo están sufriendo miles de personas en el mundo, pero debo decirte que esta narración es completamente ficción, sacada de la imaginación… en este caso no hubo base en ningún testimonio real, o en todos lo hubo, pero en ninguno en particular…
Muchas gracias por leer.
Un abrazo.

Gloria Codoceo

Fuerte, muy fuerte, lo narrado. Una situación real, una violencia que no siempre va acompañada de alcoholismo, sino de un desmedido machismo. Gestado desde hace siglos , desde la religión, desde culturas ancestrales, hasta nuestros días. Los femicidios no cesan. Eso es lo más doloroso. Me dió angustia e impotencia, el tema de la violencia intrafamiliar, porque somos seres amorosos y a la vez desastrosos. No hay que desanimarse, debemos seguir enseñando a las nuevas nuevas generaciones desde nuestro hogar, y desde todas las comunidades educativas. Gracias por su intenso relato.

Martín Celis Gómez

Gloria, comparto todas y cada una de tus palabras.
Gracias a ti por tomarte el tiempo de leer y compartir tus impresiones.
Un abrazo.

Susana Inés Vega

Muy intenso tu relato, Martín… lleno de suspenso y sentimientos ambiguos, como suele suceder en esas relaciones destructivas. Transmites todo ese caos emocional de la protagonista ante su verdugo-amante , con tal claridad, que es fácil imaginar el entorno con el mismo desorden y oscuridad que tiene ella en su mente.
Nuevamente felicitaciones para tí
Es una pena que sea parte de la realidad humana este tipo de relaciones.

Martín Celis Gómez

Susana, muchas gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar
Un abrazo.

juany

Mantuvo el suspenso , con un final inesperado. Muy bien logrado.

Martín Celis Gómez

Muchas gracias Juany.

sergio meza

Homicidio con femicidio o el resumen de un amor eterno, más allá de la comprensión de los seres humanos. Romanticismo y violencia, una mezcla difícil de combinar.

Martín Celis Gómez

Tu lo has dicho Sergio… difícil de combinar, y de sobrellevar también.

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