Los libros, por Carmen Sarue

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Dando vueltas y vueltas sin mucho saber que hacer ése día, se plantó al frente de su gran biblioteca, orgullo familiar.

−¿Los ha leído todos? −Se preguntaba. −No, claro que no.

Recorriéndolos con el dedo pulgar como acariciando sus hojas, sus títulos, sus olores. Olor a viejo con polvo, a nuevo, salido de la imprenta. En cuero, en cartón, grandes y chicos. Siguió así, sintiendo por si alguno le hacía un guiño o alguna señal. Se acomodó en el sillón confortable que le  invitaba a soñar y leer.

Uno bien delgado, chico entre los grandes le llama la atención. Lo recoge y mira el titulo y la fecha de edición: 1986… Quién se acuerda de los hombres… los Alakalufes (kawashkar).  ”Terre des Hommes” de Jean Raspail. Comienza a hojearlo y cae en su “charme” desde sus primeras líneas y ya no pudo sino devorar cada hoja.

Se vio en un grupo de hombres y mujeres con pieles alrededor de un fuego que los calentaba. Apretados unos con otros para transmitirse calor. Incluso con algunos perros.

−¿Tienes miedo de estar aquí?−  le preguntan.

−Sí creo que sí. Hace frío y no sé donde estoy. ¿Es un sueño?

−Puede ser. Para nosotros los miedos son permanentes. La sobrevivencia nos mantiene atentos y ahora con los blancos como tú, acarrean la muerte con ellos. Morimos sin saber porque y maltratan a nuestras mujeres.

Se despierta. Otra vez en el sillón. Sigue leyendo. Hace frío. Calienta agua para el mate. Se abriga y prende un fuego en la estufa a leña.

−¿Donde estaba?

Cierra los ojos para recordar. El virus del blanco. Por eso mueren. Luego de tantos años es una historia repetitiva.

Un perro le da calor con su piel peluda acostado a su lado.

−Son perros de blancos− le dicen−. Se arrancaron del buque o abandonados que es lo mismo. Aquí están bien y nos ayudan a cazar. Nadie les hará daño y avisan cuando vienen a molestarnos.

−¿Quiénes?

 −Pues esos famélicos y enfermos del barco. Como que vienen solo a morir aquí.  Pasan por las aguas dejando pura sangre. Cazan con armas de ruido y sangre que brota.

¡A despertarse! ¡A la caza de carne! ¡Mujeres al agua a pescar! Ellas son las nadadoras. Y los hombres por tierra andando, con flechas y lanzas.

−¿Y tú? ¿Sabes cazar?

Se da cuenta que aparte de consumir y abrir el refrigerador, es un inútil y si la leña no está cortada tampoco sabría dar un golpe seco con el hacha. Le mira desconcertado.

 −¡Quiero salir de la historia! –grita− ¡No me dejes aquí! Me miran con cara fea. Veo mis debilidades y siento que la encerrona me tiene desesperado sin salida.

¡¡Uff!  De nuevo en el sofá. A la confortable vida. Respira al fin. El corazón le late rápido. Asustado. No sirve para la sobrevivencia……

¿Sirvo para qué?  Se pregunta y sigue preguntándose……

 …tengo tanto que aprender…

Aquí de nuevo. Intento ser amistoso, muestro una sonrisa. Ellos no. Salen rápidamente andando, casi sin ruido a pie pelado y otros con un cuero amarrado para protegerse de las piedras, picos, y a veces nieve. Se ríen de mis botines. Y de mi chaleco. Se acercan, lo huelen. No tiene olor a nada. Es sintético. Ellos huelen a cuero. A piel de guanaco mojado. Los acompaño, sin nada más que andar, respirar y sudar. A lo lejos  algunos animales, son guanacos. Pierna y rodilla en posición de caza. El arco se dobla con su flecha y sale directo al cuello. Corren velozmente. Le amarran las patas. Se reúnen entonan una melodía de despedida a la vida y le agradecen.

¡Al hombro!

En esta enorme inmensidad, se siente tan pequeño, insignificante, un punto en la tierra. El cielo y aire tan limpio y frío, duele la nariz y los huesos de la cara. Ellos desnudos con sus pieles. ¡Que energía!.

Camino de retorno.

−¿No más? − les pregunto

−¿Para qué? Esto es suficiente. Somos nómades del mar. Cargamos lo esencial en la barca

−¿Ya se van?

−Sí, ¿y tu qué haces?

−Me voy −pensando en mi sillón que me espera.

Los veo desarmar campamento. Recogen sus pieles, dejan los palos para algún otro nómade de paso. La montaña de conchas que consumieron también, significando que ahí había buena pesca. Las mujeres y los niños se van instalando en las barcas, subiendo sus pertenencias y en el centro el fuego que los acompañara sin apagarse.

En silencio desaparecen al otro lado del Estrecho. Se ven pequeños fuegos de otros nómades. Tierra del fuego. Ahora lo entiendo. En esta soledad me quedo.

Cierra los ojos despertándose en su acogedor rincón. Pero sin cielo, ni estrellas y hasta el aire que respira le parece sucio y rancio. Pero soy de aquí. ¿no?

Se pregunta y sigue preguntándose……

 “Los libros y las puertas son iguales. Los abres y pasas a otro lado”

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Carmen sarue

Transportarse al compas de las paginas vamos descubriendo sensaciones e emociones nuevas….asi fue

María Angélica San Martín Espinoza

Me encantó
Cómo pueden escribir tan bien. Estaba en ese mundo. Hermoso mundo entre el sueño y la vigilia.
Gracias Carmen. Me hiciste soñar un momento, con ganas de viajar en otro cuento, porque no mi cuento.

Carmen sarue

Te agradezco tu comentario…a seguir entonces…

james

maravilla

Susana Buffelli

Que buen relato y reflexión final!
Me encantó la travesía a través de una lectura.
Felicitaciones 🌹

Juan Pablo Rochette

Nostalgia de naturaleza y libertad primigenia. Lindo relato de contraste cultural de épocas distantes entre si y experiencias vitales. Todo lo que he leído de ti es bueno, aunque tienes una tendencia a juzgar con una mirada algo sesgada. Mucho talento

Rosa Candia Candia

Muy buen relato. Transporta al lector a distintos mundos y épocas. Muy buen final y reflexión, «los libros y puertas son iguales, pasas a otro lado» Felicitaciones¡¡

Natasha Valdes

Hermoso y bien escrito, me llevó junto a los kawashkar y a los libros que me han cautivado hasta ser parte de la historia. Talento y maestría, felicitaciones

Sandra Farias jerez

El solo hecho de nombrar aquellos grandes nomades del fin del mundo, hacen que me interese en cada palabra relatada por ud… Gusto mucho de estas lecturas que me envuelven en un mundo, en el que se nunca conocere… Bellisimo relato👍👍👏👏

Max

Pobres Kawashkar , me dan la sensación de haber sido tan buenos …, se parece un poco a «Continuidad de los Parques » …

Ana M. Munster

Fascinante. Es verdad, cuando uno lee un libro se introduce en él, en sus ambientes, en sus aromas, corre las aventuras que en él se describen, sueña, sufre llora, ríe.
¡¡Felicitaciones. Muy buen relato!!🥰

Guadalupe Corrales Cosmelli

Lo sentí suave, como uno de esos sueños que nos hacen despertar contentos.
Me gustó mucho.
Gracias.

nancy m caro

Termino muy pronto. Me hubiera gustado más inter relación
entre los dos grupos

Martín Celis Gómez

Hola Carmen.
Te agradezco. Me hiciste viajar… acompañar y ser a la vez el protagonista amante de los libros. Pude ver ese sillón que quiso emular a un teletransportador, que se lleva por los sueños a tu personaje, (y a los lectores) a conocer un mundo y una civilización muy distinta.
Tu relato es ágil y entretiene. No dan ganas de que se acabe.
Felicitaciones.

aida mora

Es buena narración, cuenta con versumilitud y fantasía, además es un homenaje a nuestros ancestrales padres de aquellos lugares fríos y australes y la ignominiosa actitud que tuvieron los llamados blancos civilizados con ellos.

Angélica Alvarez

Me encantó el relato.
Recordé a una mujer joven, Kawashkar.
Muy orgullosa me explicó que formaba parte de una de las pocas familias que aún sobreviven.
Entre nuestra conversación exclamó, en respuesta a un comentario a lo mejor ignorante de mi parte. Muy descompuesta y con el seño fruncido,»Alakalufe NO», esa fue una forma despectiva de llamarnos, de menosprecio y ahora es una ofensa que comenzó en una época ingrata de nuestra existencia». «Somos Kawashkar»…

Susana Inés Vega

Hermoso relato, enriquecedor de principio a fín!!
Me encantó como transportas al lector a ese tiempo de vida lleno de respeto y roles bien definidos, con tanta naturalidad e imaginación y lo mas hermoso…el final… la comparación de puertas y libros… bellisimo

Corina Prado

Al igual que Max, me hizo ruido “Continuidad de los Parques”, sin embargo; plantea una gran verdad: Los libros son el pasaporte a un viaje inesperado, con sus vuelos literarios nos trasladan a lugares inimaginables, bueno eso es lo que le faltó a tu relato (vuelos literarios) es un relato que se presta a las metáforas y todas aquellas técnicas literarias que habrían enriquecido este escrito, sus creencias, leyendas y hasta su propia vida cotidiana habría logrado una amena conversación con tu relato.
Cuando se escribe acerca de una cultura ancestral, es muy importante ampliar la fuente de información, por tu excelente escritura pienso que tú construirías un paraíso de esta u otra cultura.
Felicitaciones

Patricia

Gran viaje onírico !

Enelsa

Me encantó la forma como se contó el hacer ese paralelo de vidas tan diferentes.
Y mantener viva la atención del lector

sergio meza

cuento de lo fantástico, bieb jugado pero como que algo le falta, ¿puede ser una mejor estructuración? quizás…

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