Amor filial
Mónica Freites
Venezolana en Santiago
No puede ser, -¡mi madre me ha cagao la vida!-. Vamos que pasarse meses paseando por Europa tirando con mi padre para venir a parir acá y no allá. Semejante cabrona, venir a parirme a mí, coño a mi, en ¡la puta Latinoamérica! Venga, ¡que soy una puta sudaca de mierda! ¡Gracias Madre! Y no conforme con esto, seguir tirando para tener un par de mellizas. Coño, ¿que le hice yo a la vieja de mierda esa? El puto sueño de toda Madre, gemelas idénticas, las capullas no solo son lindas, sino que toda mierda la hacen bien. Vamos, que van de siete en siete en el cole, quedan para las olimpiadas de matemáticas, escriben y hablan bonito, se portan bien, traen medallas y trofeos a casa, como he dicho antes, el sueño de toda madre, ¡el orgullo de la familia entera! Joder, que he llegado a pensar que lo hacen a propósito para cagarme a mi, que vamos, que también tengo mis talentos, pero estas tías ¡se pasan coño!
Después del coñazo de las gemelas me vino el otro -coño porque la puta de mi mamá se la pasa tirando-, el varoncito que tanto quería mi papá. Vamos, el típico hijito de mamá y papá, el que todo lo sabe y si no lo inventa, coño porque el muy capullo es súper inteligente, y nada, que como es varoncito el niño no lava los platos, no limpia la mesa, no recoge sus juguetes, no hace nada. Pasa todo el día comiendo y cagando, y joder, que como soy su hermana mayor, ¡le tengo que limpiar hasta el culo! ¡Yo, que con trece años todavía me meaba encima y sola me tenía que cambiar la cama! Entonces que en casa todo lo tengo que hacer yo, entre las gemelas que nunca están, por sus clases de ajedrez, piano, natación o cualquier putada que les venga en gana, salen temprano de casa y llegan tarde y el niñito este que no mueve ni un dedo. Luego llega mi madre para revisar que todo esté en orden, porque si no es así, me llevo un castigo seguro. Así que prefiero hacerlo todo y ya está, ¡todos tan amigos! Y bueno, como yo me cansé de ser una puta sudaca y vivir con esta familia matriarcal, le he pedido a mi padre que me pague un curso de corte y costura en Barcelona, vamos, en Catalunya, que yo se que mi abuelo Federico ha nacido allá y quién quita, quizás pueda sacarme la ciudadanía y largarme de esta mierda. Es que a mi el tercer mundo no me va, no, ¡no me va! Y en eso quedamos con el viejo, -que por una puta vez hizo algo bueno por mi-, me pagaría tres semanas de clases en el institut català de la cosir y después yo vería como ganarme la vida, que vamos para una tía tan maja como yo, Catalunya quedaría pequeña.
Estuve tres putas semanas en Barcelona -por eso el acento-, había gente de todo el mundo, aplique para empleos en los mejores sitios de costura y mira que conseguí buenas ofertas, pero es que los Catalanes son tan subnormales que la mayoría de mis colegas no entendían mi estética, así que terminaba mandandolos a la mierda, ¡son todos unos putos retrasados mentales! ¿Lo de la ciudadanía? Pues que el mitómano de mi padre me había dicho siempre –l’avi és català- ¡joder! que el viejo vivió un tiempo allá y murió en Llobregat, murió, no nació allí, o sea, el tipo no era catalán, ¿me entienden? Y yo haciendo el ridículo en el Registro Civil solicitando el catastro de no se que mierda y la partida de nacimiento de un ¡maldito sudaca de mierda! Tuve que regresar a Latinoamérica, ¡coño con lo mal que me sienta el tercer mundo! Pero eso si, a mi familia -que me ha jodido mi vida-, no les he vuelto a ver más, los he bloqueado de mis RRSS, están muertos para mi, porque son de esa gente tóxica ¿sabes? Que va, que va, a mi no me joden mas. Que se vayan a la mierda y ¡que le den por culo!
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