Ya no la soporto, como tampoco me soporto a mí mismo.
Me dejaste, pero pretendes que yo me vaya del departamento. ¡Ni cagando! La perla las quiere todas. Yo puse el pie, y cree que porque paga la mitad del dividendo tiene derecho a echarme como un perro. No lo va a logar. ¿Acaso no le basta con humillarme todos los días revolcándose con el idiota del 203? ¡Qué imbécil! Cree que no vi las fotos que el doctorcito ese subió anoche a Instagram. Seguro que estuvieron tirando toda la noche. Yo no me voy. Sé que no está bien lo que estoy haciendo, pero amarrarte es la única forma que tengo de retenerte. Todo esto va a terminar mal, no podría ser de otra forma. Forzaste las cosas hasta acá. Fue tú culpa, no mía. Tengo que dejar claro eso. Lo dejaré escrito en el mail que pienso enviar a nuestros conocidos. Yo no me voy. Seguro que la pasas bien con el doctor. Claro, el tipo tiene plata, pero buena pinta no tiene. Seguro te lo hace rico. La sangre salpica por la cama, alucino. Cada día que amanece yo quiero verte con tu sonrisa de niña y tu mirada transparente. Cierro los ojos y veo tu cabeza abierta, abro los ajos y veo tu carita. Te pregunté varias veces qué pasaba, y tú nada. Yo no me voy ni cagado. Estoy encerrado en este departamento de mierda, estoy encerrado dentro mí mismo. Hay que ventilar esta pocilga, tengo que ventilar mi mente. Mi mamá siempre me dijo que no le hiciera a otros lo que no me gustaría que me hicieran a mí. ¡Por la mierda! ¿Dónde están las tijeras? Ya estás desamarrada. Ganaste niña. Me voy de acá, me voy de mí.
Abro la ventana y salto.
¿Qué te pareció este relato?
Por favor, déjale un comentario al autor.