Responsabilidad, por Iris Acosta

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El jarrón se rompió. La irresponsabilidad de Nicolás nuevamente ha quedado en evidencia.

No se trata de un jarrón de la dinastía Ming, ni siquiera costó mucho dinero, es más bien un jarrón que perteneció a la abuela de la abuela y luego a la mamá de Nicolás.

-Tú te haces cargo del jarrón – Fueron las serias palabras que le dijo la mamá de Nicolás a Nicolás.

Sólo los que han experimentado el caos de una mudanza, saben cuántas cosas aparecen, cuántas cosas se pierden y cuántas cosas se rompen. Con este antecedente que todo cuerdo ser humano conoce, la mamá de Nicolás pensó que el encargado perfecto para cuidar el jarrón, sí, ese que no pertenece a la dinastía Ming, pero que pertenece a la dinastía Contreras de la que es parte el curioso Nico, era Nicolás.

Todos corrían de un lado a otro y un joven ser humano de 13 años yacía con un jarrón en sus brazos, mientras todo el resto de la familia corría subiendo lo que encontraban al camión de mudanza. Pupi, la perrita de la familia pensó que era una buena idea invitar a Nicolás a jugar con su hueso de hule, y aunque Nico rara vez se negaba a este panorama, esta vez consiente de su responsabilidad le dio una seria mirada con la que hizo entender a Pupi que no era momento para la diversión.

¿Cuánto pesa un jarrón? Comenzó a preguntarse el niño, y es que los segundos, minutos y horas pasaban y nadie aún lo liberaba de su responsabilidad. Digámoslo, la responsabilidad no es un concepto con el que esté muy familiarizado un humano de 13 años, sus obligaciones más importantes son mantener las orejas limpias y sacar, al menos, una vez al mes todos los platos y los vasos que se lleva a su pieza, con la que se relaciona como una pequeña laucha con su ratonera.

 Entonces, la vio, la mujer con la que había visto a su padre hace un mes en el centro comercial, era la nueva arrendataria de la casa que dejaban, la dejaban porque ya no había más espacio. ¿Cómo supieron que no había más espacio? Porque el vestíbulo donde ponían el jarrón, se había convertido poco a poco en una bodega que daba la bienvenida a todos en esa casa, en ese pequeño pasillo, podías encontrar un frasco con botones, una lima de uñas, el cargador del celular que siempre está perdido, los manojos de llaves, las chaquetas que ya no sirven una vez que entras a la casa, los paraguas que se usan en el invierno y en el verano guardan polvo, y un sinfín de cosas que no permitían que el jarrón se luciera como debía.

La mujer saludó a la familia que estaba ajetreada en la mudanza, con toda la gentileza de alguien que encontró un buen lugar para vivir.

-Buenos días don Juan- Le dijo al papá de Nico.

-Buen día señora Claudia- Le respondió el padre de Nicolás.

¿Por qué el saludo era tan formal, entre quienes compartían un helado hace un mes en el centro comercial? Nico miraba a su papá y a la desconocida, pero conocida Claudia, como quien observa una escena del crimen. Veía también a su mamá, toda despeinada con cajas en los brazos y con el buzo que la hacía lucir con la belleza que todo hijo bien amado y cuidado ve en el rostro de la mujer que todo lo puede. Claudia, por otro lado, estaba vestida completamente de blanco. La mamá de Nico nunca usaría blanco, porque los dos hermanos que seguían al curioso niño eran devotos del barro, de las golosinas que se quedan en los dedos por días y dejan huellas en las ropas de quienes reciben el afecto de las criaturas de un metro.

El papá de Nico pasaba por el lado de la señora Claudia y sonreía, tal vez sólo trata de parecer amable, se decía Nicolás, esa amabilidad que nunca le muestra a su mamá.

El jarrón cada vez pesaba más, pero Nico no cedía, ahí seguía estoico con el jarrón en las manos. Y es que su mamá no soportaría la desilusión del jarrón roto en mil pedazos.

La señora Claudia se paseaba por la casa como la nueva dueña. Aún esta es la casa mi de mi mamá,  pensaba Nico, mientras la veía caminar con el desplante de las reinas malvadas que veía en las películas favoritas de su pequeña hermana.

-¡Al fin! Todo en el camión- escuchó decir a su mamá. Con el tono de quien pareciera ganó una guerra mundial.

-Voy a dar la última vuelta por la casa, para ver que nada se quede- dijo el papá de Nicolás.

Nico, antes de subir al auto de la familia recordó el hueso de hule de Pupi y caminó hacia al patio trasero para buscarlo, pensó que era buena idea darle un último vistazo a la casa por la ventana y ahí vio lo quizás en el pensamiento de un niño de 13 años, nunca se atrevió a pensar. La escena del crimen era evidente y el helado del centro comercial sólo había sido una pista que un niño de 13 años no supo interpretar.

El jarrón se rompió en mil pedazos dejando al descubierto que Nicolás todo lo sabía, el papá sobresaltado lo miraba por la ventana, mientras el niño corría a los brazos de su mamá.

-¿Y el jarrón Nicolás?- escuchaban unas pequeñas limpias orejas.

-Se rompió mamá, se rompió- sollozaba el curioso Nico.

Todos subieron al auto y el ser humano de 13 años debió escuchar todo el camino, el eterno discurso de su madre acerca de la responsabilidad. Mientras tanto, veía en la mirada de su papá, en el espejo retrovisor, la condena de hacerlo responsable de la unidad familiar.

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57 Comentarios. Dejar nuevo

  • Me gustó mucho, Iris. Lo encontré de lectura fluida, con imágenes que me parecieron muy atractivas y reales. Pude acompañar y empatizar con el personaje durante toda la historia. Bien para mi!

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  • Gabriel Rojas Iglesias
    29 abril, 2021 12:15 pm

    Tema interesante. Falta corte y corrección del cuento. Me gustaría releerlo después de pulido.

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  • Bueno Iris descubro tus ideas e imagenes en tus lineas bien escritas…sensibles..me gusta mucho …bravo

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    • Eduardo Castillo Orellana
      29 abril, 2021 8:16 pm

      Para mí solo es la imaginación de un niño y toda la historia que se entremezcla con su realidad lo hace pensar mal de su padre pienso que todos los niños son celosos de su madre y no quieren que las lastimen.ese es mi deducción de lo escrito ,muy buena historia

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  • Te decia que descubro tu sensibilidad y tus lineas bien escritas…que me gusta mucho tu pluma y bravo

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  • Marta Moenen
    29 abril, 2021 1:32 pm

    Guau!!! Triste…. No es posible que un niño sea culpable de los errores y maldades de sus padres. Excelente relato. Felicitaciones

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  • Tengo una basurita en mi ojo. Quiero abrazar a Nico, mirar muy feo a su padre y abrazar a su madre diciéndole sin palabras que este dolor del que aún no es consciente, va a pasar. ¡Nico querido!

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  • Me llegó a doler la guatita al leerlo… Responsabilidades y culpas que no le corresponden a ningún niño…

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    • Patricia Retamales
      4 mayo, 2021 9:25 am

      Me pareció una historia simple, pero con un contenido poco recurrente, por lo tanto lo hace interesante.
      Quizás daría un inicio menos caótico para dar realce y más importancia al desarrollo y a la temática principal, hay cosas que omitiria , porque desarrollan demasiada explixación, que no aporta a la idea central y en su lugar dejaría más clara la situación, de todas formas se transmite perfectamente, la emcionalidad de el personaje, El final queda a la imaginación de el lector y me parece bien!

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  • Cecilia Castro A
    29 abril, 2021 3:16 pm

    Me sedujo desde el primer reglón, una lectura amigable que invita a continuar sin perder la curiosidad del desenlace. Muy bien Iris feliz de tu faceta creativa literaria.

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  • Yngrid Pando
    29 abril, 2021 3:17 pm

    Felicitaciones Iris, al leer pude ver en mi mente claramente cada una de las escenas descritas en el cuento…realmente me sentí el narrador omnisciente, un beso querida!!!!

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  • Me gustó. Quitaría algunas comas, pero nada muy grave.
    Logras llevarnos de la mano de este niño en el difícil camino de perder la inocencia.
    Felicitaciones.

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  • lo encontrè muy bueno,sobre todo que hay una secuencia de tiempo muy bien hilado y emociones.

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  • El mundo de los adultos siempre destrozando el mundo de los niños. Muy sensible tu relato.

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  • Aurora Posada
    29 abril, 2021 3:47 pm

    Me gusto. Muy bien escrito

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  • Uf! Dolor de guata es poco, una realidad muy cercana.

    Sobre el cuento, la primera parte me costo leerla pero después me metí, como quien estuviera al lado de Nico viendo toda la escena y sintiendo con el.

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  • Un cuento para jovenes. Tiene hilo organizativo.
    La autora debe buscar mas, hasta encontrar su estilo narrativo, se percibe feble. Le falta mas audacia, tal vez le falto describir más, la escena de li que vio Nicolás por la ventana. Es lo medular de esa narración por que es ahi donde el adolescente pierde la inocencia. Es un momento iniciático, por eso se le cae el jarrón. Esa parte habria que trabajarla más.

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  • Me gustó mucho!
    Llegué a sentirme dentro del relato y empatizar con el pequeño … cuántos niños como Nico.

    Te felicito mi querida Iris!

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  • Lo leí, me resultó interesante y como conclusión cuál es nuestra responsabilidad en cuanto le inculcamos a nuestros hijos, el jarrón de rompió junto con la imagen de papá al observar su triste realidad

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  • Arlette Arriagada
    29 abril, 2021 4:54 pm

    Que interesante cuando breves relatos nos permiten conectar y empatizar con el personaje, es cuando el autor ha logrado cautivar al lector, felicidades mi querida Iris . Me gustó mucho

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  • Me enganchó la historia y me gustó mucho el desarrollo y desenlace ¡bravo Iris!

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  • Martín Celis Gómez
    29 abril, 2021 6:56 pm

    Iris. Qué maravillosamente terrible y triste cuento, tal vez por lo real y crudo que puede ser a veces la realidad.
    Invitas a la escena del crimen, esa dónde para la jueza y madre hay un solo responsable, que es nada más y nada menos que la inocencia de un niño; aquella en donde el victimario fue el superheroe de Nicolás. Gracias por tan cruel cuento. Espero que Nicolás cuando crezca tenga la cacidad de encontrar su niñez, y nunca se convierta en aquel victimario ni en el juez ciego.

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  • Carlos Poveda
    29 abril, 2021 7:25 pm

    Buen relato Iris. Nicolás terminó con el jarrón y el corazón rotos. Me gusta que uses una narración fluida, sin palabras rebuscadas ni frases pal bronce.

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  • Supuse del engaño con la parte en que Nico ve a la mujer con la que vió a su padre en el centro comercial.
    El final con gusto a poco, pero imaginé a Nico con el pesado jarrón.

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  • Sin duda es un contenido actual y provocativo, eso le da gran valor. En cuanto a la forma, creo que toda la 1a parte (antes que aparezca Claudia) está muy lenta. Quizás exceso de detalles, idas y vueltas entre el protagonista y la descripción de la situación. También pienso que se podría destacar más el climax. Y hacer más diferenciación entre la resolución del conflicto y el final. De cualquier forma es un cuento interesante y provoca mi admiración por la autora.

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  • Felicitaciones a la escritora. Me costó un poco entender la parte del crimen, lo releí y me di cuenta que sugiere solamente y eso es bien bueno. También me gustó que hace una metáfora de lo que ocurre con el jarrón a raíz de lo que vio, su padre con otra mujer. Y le hablan a él de la responsabilidad, él que solo rompió un jarrón. Devela la hipocresía de los adultos.

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    • Uf! fuerte el cuento, cuánto peso le ponemos,a veces ,a un niño ,púber o adolescente ,sobre sus hombros, que aún no madura ??
      Cuánta importancia le damos a las cosas materiales??
      Lxs adultos centrados en nosotros mismos , cuánto daño hacemos a la infancia.
      Muy bueno el relato, una historia contingente eterna.
      Bien hilada,me gustó la forma de contarla.

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  • Me gustó y me llevó a leerlo más y más… pero me dejo con mucha pena. Éxito Iris!!

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  • Me encantó, quería seguir leyendo y derrepente se acabó 😭
    Felicitaciones ❣️

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  • Ximena Rubilar
    29 abril, 2021 11:32 pm

    Hola, relato muy atractivo, me absorbió completamente, empatizo con el personaje, claramente se entiende el concepto de éste, y me entretuvo, (que pena hacer responsable a un niño de un error de adultos)
    Gracias.. Iris

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  • Si..lo encontré bueno.

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  • ¡Notable! Muy buen cuento y muy bien escrito. Los detalles se pueden corregir.

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  • Sandra Favaron
    30 abril, 2021 11:14 am

    Tu relato me hizo aflorar muchas emociones . Sin esfuerzo tenía en mi mente las imágenes de lo que iba sucediendo
    El jarrón representaba al niño querido y protegido. El quiebre del jarrón es el quiebre de su inocencia

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    • Bueno,no me gustó mucho : primero la forma de tratar a Nico.( Humano) mencionar más de lo debido el ,(jarrón).y mucho detalle : ( algo para la imaginación). Bueno,No soy escritora,es solo lo que me acuerdo del primer encuentro por zoom para principiantes. La historia es interesante,pero al principio,pensé en dejar de leer.Felicitaciones por escribir. Es lo que yo quiero,escribir un libro,plantar un árbol,y bueno mi hija ya la tengo.

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  • sandie.182017@gmail.com
    30 abril, 2021 3:15 pm

    entretenido ,triste me hubiese gustado otro fin por lo menos no se hubiese roto el jarron

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  • Un relato sensible, muy bien escrito. Conmovedora historia que no cae en los recursos facilistas del melodrama.
    Felicitaciones a la escritora, se ve proyección en ella, me gustaría leer otros relatos de conflictos cotidianos.

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  • Tomás Fuentes Shin
    30 abril, 2021 5:07 pm

    Que agrado encontrarse con relatos sencillos, se nota honestidad en la forma de escribir por parte de la autora. Muy bien lograda la curva de tensión y gran estrategia utilizar el desenlace para cautivar al lector.
    ¡Chapó!

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  • Natasha Valdes
    30 abril, 2021 7:05 pm

    Tierno y triste, Buen uso del lenguaje y mantiene la tensión con un final algo predecible, pero muy bien solucionado. Felicitaciones

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  • Maravilloso y triste relato. Estoy segura que el curioso Nicolás ayudará a su madre a obtener un mejor jarrón y si se vuelve a romper la vida ya le habrá enseñado a los dos que todo puede tener un nuevo comienzo.
    Sugeriría que la edad del niño estuviese escrito en letras.
    Muy buen trabajo.

    Responder
  • Sebastián Galdames
    30 abril, 2021 11:30 pm

    El cuento trata un problema delicado de manera elegante. Hay un montón de sutilezas que funcionan narrativa a la vez que simbólicamente: el jarrón como símbolo de la familia y la unidad, pero también de la tradición; el perro, el animal, quizás, como representante del inconsciente/la intuición del niño que ya sospecha algo; que la instancia «indicada» para concretar la infidelidad del padre sea el momento en que «olvida» a los hijos/la familia; que la madre termine siendo (injustamente) percibida como la «pesada»/»agotadora», etc.

    El párrafo inicial del cuento es efectivo para llamar la atención del lector: primero por lo preciso y breve de las dos oraciones que lo componen, pero también por el «nuevamente», que, sin decirlo, nos cuenta algo más sobre el personaje. Por último, este párrafo también contrasta con el resto de la redacción del texto, cuyos párrafos generalmente consisten en pocas oraciones largas. En ciertos pasajes, estas oraciones podrían cortarse con puntos apartes para administrar el ritmo y poner énfasis en distintas partes.

    Felicitaciones, un cuento bello. Muchas gracias por compartir.

    Responder
  • Yasna deisy Flores Cifuentes
    1 mayo, 2021 12:26 pm

    Me pareció interesante y envolvente el cuento pero me quedé con gusto a mas. Me gustó mucho.

    Responder
  • Hola Iris, me imagino que un experto te diría varias cosas a mejorar, pero yo como simple lectora te diré que me encantó. Me ocurrió lo que el profesor dijo en el webinar, me imaginé en la casa, sentí el peso del jarrón en mis brazos y sufrí con el descubrimiento de Nico.
    ¡Te felicito!

    Responder
  • Susana Vega Araya
    2 mayo, 2021 10:53 am

    Felicitaciones por tu cuento!! Movió en mi muchas emociones el tema en sí, pero la reacción y como es tratado Nico lo describo en mi mente entre nueve y diez años…
    Muy buen relato, pues algo tan cotidiano lo narras de manera que provoca interés en el lector, excelente clímax con el jarrón quebrado…
    Bravo!!!

    Responder
  • Diego Sebik
    2 mayo, 2021 3:45 pm

    Me gustó el relato. A pesar de no haberme enganchado desde el principio, creo que la trascendencia de la mascota en la historia le daba cierto aire de nerviosismo. A veces los perros, como los niños, desenmascaran situaciones desfavorables.

    Responder
  • ¿El niño es
    consciente de lo que pasa? ¿o consiente que le dejen el jarrón encargado?. Cuidado con la ortografía, una palabra mal utilizada lo cambia todo, en este caso no se entiende.

    Responder
  • Guillermina Leiva
    3 mayo, 2021 5:10 pm

    El cuento tiene su encanto, algunos errores.
    Sugiero leer en voz alta y de esa manera se detectan.
    Palabras terminadas en …mente, le quitan fuerza a la idea que se quiere transmitir..
    El nombre propio “Nicolas” se repite a menudo.
    Enumera cosas,
    “ un joven ser humano” es extraño.
    Se alarga mucho, detalles se repiten, puede acortarse.
    El desenlace inesperado del cuento, me gustó.
    Es triste, con un dejo de descalificación con el niño.
    Tiene potencial.

    Responder
  • Felisa Solar
    3 mayo, 2021 10:05 pm

    El cuento me cautivó desde el inicio, el clima doméstico bien retratado y en medio de ese ambiente esos personajes que sobrevuelan esa cotidianeidad y que hacen estallar jarrones que luego se reparan quedan trizados.

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  • Los recuerdos ligados a cosas materiales suelen tener ese futuro…

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  • Carolina Canedo
    5 mayo, 2021 6:55 pm

    Me parece muy bien escrito, ya que un hecho tan trivial como un jarrón roto y la historia familiar se conecta con un hecho tan profundo como la carga de guardar un secreto para evitarle a su madre un gran dolor. Bello y emotivo, historia que debe ser más común de los que creemos por lo demás, pero escrita con sensibilidad.

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  • Francisco Antonio Bustos Ubeda
    8 mayo, 2021 10:50 pm

    Interesante relato de una actividad no muy habitual en una familia,” como el cambio de casa” pero que su autora en un lenguaje sencillo ,la convierte en amena y entretenida y que te obliga a compararlas con tus propias experiencias.
    Bien por Iris Acosta te felicito

    Responder
  • Angélica Muñoz Marchant
    15 mayo, 2021 5:05 pm

    Muy buen relato, sobrecogedora la experiencia del niño.

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  • Muy buen cuento. Mantiene la curva de tensión. Llena de simbolismos. destaco «el peso del jarrón» como un símbolo del peso de la responsabilidad que a veces se recae en los niños, sobre todo en este caso. Yo cambiaría el número 13 por la palabra «trece».

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